
La pandemia y sus consecuencias han obligado a todos a buscar formas de reinventarse y sumarse a la transformación digital. Cierto que esto es imperativo hace tiempo, al menos eso demuestra el hecho de que el e-learning ha crecido a nivel mundial, y se estima que continuará haciéndolo a un rango aproximado del 14% cada año. En ese sentido, se ha señalado que las inversiones a nivel mundial en educación y tecnologías para la educación, o EdTech, alcanzarán los $252 billones de dólares durante 2020. Por su parte, según la UNESCO, más de 12 millones de adultos en 20 países latinoamericanos participan, de alguna manera, en la educación en línea y, de hecho, en 2016 publicó una guía de cursos por Internet de libre acceso para los países en desarrollo. Al parecer, hoy es una urgencia para el mundo de la formación y aprendizaje, sea en el ámbito académico/docente como cualquier otra organización (por ej. empresas) ser parte de esta línea de desarrollo.
Ya hay bastante evidencia que indica que la pandemia es para largo y que las consecuencias sobre lo social y económico serán de gran magnitud. Entonces, es tiempo de poner el acelerador y buscar la manera de seguir vigentes dentro de un escenario global. En PROLEARNING creemos que uno de los primeros pasos es derribar algunos mitos sobre la educación online. Para ello, consultamos a un pequeño grupo de personas con conocimiento de causa: usuarios(as).
Mito 1. “No hay como las clases presenciales para aprender”
Es común escuchar que la audiencia de un espacio de formación online haya tenido dificultades para concentrarse, lo que impide el aprendizaje: «Yo siento que me voy a desconcentrar si hago el e-learning, en vez de clases presenciales» (29 años, mujer). Por ello, suele valorarse en mayor medida la presencialidad: «Cuando es presencial la gente llega más a la hora y participa» (21, mujer). No obstante, se reconoce que estas posibles dificultades pueden resolverse a través de la disciplina y orden: «Yo creo que se requiere ser muy ordenado» (25 años, hombre); «Requiere MUCHA disciplina, si es algo que haces por gusto y no por currículum» (27 años, mujer). Está claro que para ser parte de la formación en línea se requiere enfocarse en ella. Ya hemos hablado acerca de cómo hacer posible aquello.
Mito 2. “No es posible la interacción con el profesor/relator. Se reproduce el individualismo»
La mayor valoración por las sesiones presenciales suele estar justificada por la necesaria interacción entre el(la) usuario(a) y quien dicta un curso: «Igual importa si el profesor intenta interactuar contigo» (27 años, mujer). Sí, existe la necesidad de contar con una retroalimentación, de lo contrario, el aprendizaje no es posible: “Las clases online funcionan solo cuando hay feedback de un profe para responder dudas» (21 años, hombre). Pero esto se resuelve a través del diseño instruccional, en congruencia con un diseño gráfico y multimedia, el cual permite que las instancias de interacción sean posibles (como en las comunidades de aprendizaje). Esto es necesario: “Cuando en algunos ramos se han mandado textos para la casa, siempre es necesario que durante las clases haya una sección de dudas” (26 años, mujer). También se pueden diseñar recursos de evaluación que den feedback a las respuestas y, por cierto, crear aulas virtuales o webinars, en los que sea posible la interacción entre relator y audiencia o entre los participantes.
Mito 3. “Los contenidos son de baja calidad”
Esto está en directa relación con quien está a cargo del diseño del contenido, el cual, a través del diseño instruccional, se puede desplegar de manera didáctica. Para ello, un paso primordial es la generación de una estructura del contenido, la definición de los objetivos de aprendizaje, los resultados esperados y los indicadores de logro, lo que permite diseñar modelos de evaluación idóneos. Por ello, podemos escuchar: «Tiene que ser un curso diseñado para ocupar las herramientas digitales, porque si es solo grabado, no funcionará bien.» (27 años, mujer).
Mito 4. “No me puedo concentrar”
Quién no ha escuchado cosas tales como «Yo siento que me voy a desconcentrar si hago el e- learning en vez de clases presenciales» (29 años, mujer), pero esto no depende exclusivamente del formato de la estrategia de formación digital, sino de la capacidad que debe tener el grupo objetivo de enfocarse en lo importante.
Mito 5. “Hay un bajo impacto en el aprendizaje”
“Es imposible que todo se aprenda de forma digital, sobre todo las cosas prácticas.” dice una mujer de 26 años. Sin embargo, el diseño instruccional -proceso sistémico, planificado y estructurado para la producción de cursos- se fundamenta en las teorías del aprendizaje y va desde la definición de los objetivos de aprendizaje hasta la evaluación formativa del proceso. Esto permite detallar las actividades del proceso de diseño, desarrollo, implementación y evaluación de propuestas formativas y, en ese sentido, contribuye a garantizar que existan los recursos para el aprendizaje. De hecho, hay varios modelos que potencian aquello (por ej.: Modelo Jerold y Kemp, Modelo Dick y Carey, y Modelo ADDIE), de los que ya hablaremos en algún momento. ¿Necesitas evidencia? Bueno, el análisis de la relación entre el diseño instruccional (DI) en el rendimiento académico entre dos grupos de un mismo curso de Cálculo y Álgebra Lineal en modalidad presencial y bimodal del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC) reveló que existe una relación estadísticamente significativa entre la percepción del estudiantado sobre el diseño instruccional y el rendimiento académico. Y si agregamos una gráfica y diseño multimedia… ¡el resultado salta a la vista!
En PROLEARNING el diseño instruccional es un pilar fundamental dentro del desarrollo de los recursos de aprendizaje; esto hoy en día es urgente . ¡Reunámonos online y conócenos!