
Comenzaba marzo de 2020, en el marco de inevitables crisis sociales, nacionales e internacionales, y nuestra rutina transcurría con uno que otro sobresalto cotidiano. Es sabido que en nuestro país este es un mes de ineludibles hitos, como el inicio de año laboral y académico, pagos de matrículas, permisos de circulación y tantos compromisos que suelen irritarnos, pero casi siempre son hechos, aunque molestos, predecibles. Podemos decir que constituyen un rito o simbolismo inequívoco del cambio de un ciclo a otro, con nuevos desafíos y metas, impuestas generalmente por otros.
Todo ello suele gatillar una respuesta aprendida frente a incertidumbres con las que hemos aprendido a convivir, pero que no nos detenemos a cuestionar, pues estamos convencidos de que vivimos en un mundo que requiere de respuestas inmediatas y efectivas, ya que lo contrario impactaría no solo nuestra economía, sino que un sinnúmero de expectativas personales, familiares y sociales. Sin embargo, este año forzosamente nuestras “incertezas conocidas” dieron paso a un hecho mundial que desestabilizó no solo nuestro devenir, sino al parecer todo aquello que considerábamos, con aceptable relatividad, seguro y estable, como: salud, educación y trabajo. Las grandes potencias mundiales ya no serían nuestro máximo referente de logro.
Rápidamente tuvimos que cambiar de hábitos para seguir con un modelo de rutina aprendido: estudiar, trabajar y socializar a distancia. Nos vimos obligados a mantener distancia física con otros, pero también dejamos de escucharnos, pues seguimos pensando que para mantener el camino al éxito, deberíamos adaptarnos sin cuestionar. Al poco andar sufrimos dolores de cabeza, nuestro semblante amable en el trabajo no se reflejaba en nuestra vida familiar, comenzamos a somatizar y sufrir un sinfín de malestares y trastornos musculoesqueléticos; no gestionamos nuestros impulsos y, eventualmente, más de alguna vez, nos arrepentimos de lo que dijimos. Tan repetida pero tan cierta es aquella frase cliché que grafica que el dolor máximo lo experimenta aquel que es emisor de un agravio y no el que lo recibe.
¿Nos hemos preguntado por qué ocurre esto? Probablemente porque no nos escuchamos. Aunque parezca extraño para nuestra cultura occidental, debemos gestionar nuestras inquietudes a partir del autoconocimiento, reconocer nuestras virtudes y debilidades, aprender a aceptar nuestras limitaciones y potenciar nuestras fortalezas, pero no con el propósito de responder a lo que otros esperan de nosotros, sino que con el objetivo de manejar nuestras emociones, cuidando nuestro equilibrio físico, mental y espiritual. Siendo sensibles frente a nuestros dolores y alegrías, seremos sensibles con quienes nos rodean. Aprenderemos que la incertidumbre no nos puede desestabilizar, sino que es una oportunidad para autogestionarnos y crear oportunidades de aprendizaje significativo en cada situación que experimentamos.
Los fundamentos científicos de Organismos Internacionales, como la Organización Internacional del Trabajo (OIT), han comprendido el impacto de estos valores como factores de desarrollo humano en el contexto laboral, señalando en su estudio Estrés en el trabajo: un reto colectivo (2016) que «El estrés no es un trastorno a la salud sino el primer signo de una respuesta a un daño físico y emocional» (p.6). Por lo tanto, «tiene que ser reconocido como un problema colectivo con importantes consecuencias para el bienestar de los trabajadores, sus familias y la sociedad en su conjunto» ( p.34).
Dicho lo anterior, te proponemos reflexionar en torno a las siguientes preguntas: ¿cómo reaccionas frente a la incertidumbre?, ¿cuánto temes al cambio? y ¿cómo gestionas tus emociones frente a escenarios o hechos desconocidos?
Este ejercicio de meditación y autorregulación es vital para tu equilibrio como ser humano. Estamos convencidos de que tu propósito es confiar en tus atributos, disfrutar de tu familia y amigos, y aprender de nuevas experiencias y desafíos. En resumen, tu propósito es no temer a la incertidumbre, sino estar preparado y expectante para recibir y gestionar el cambio.
Queremos acompañarte en este proceso a través de nuevos contenidos y propuestas que serán de tu interés.
Te invitamos a que estés atento(a) a nuestras próximas ediciones.
«Sólo hay una pequeña parte del universo de la que sabrás con certeza que puede ser mejorada, y esa parte eres tú»
Aldous Huxley